Santiago 5:13-16
“¿Está alguno entre vosotros afligido? Haga oración. ¿Está alguno alegre? Cante alabanzas. ¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados. Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho.”
“¿Por qué Dios no sanó a mamá?” – Fue la pregunta que una persona me hizo cuando me compartía su pesar por el fallecimiento de su madre, y ésta es quizás una pregunta muy frecuente en muchos. ¿Por qué Dios decidió sanar de cáncer a unos y no a otros? ¿Por qué tengo que sufrir de disfunción renal por tanto tiempo si le he pedido a Dios que me sane, y las personas de la iglesia han pedido por mí también?
Muchas de estas interrogantes pueden crear dudas en los creyentes, y hasta una anima aversión en contra de Dios. ¿Que nos enseña la Biblia concerniente a la oración y la sanidad de una persona?
En muchos pasajes podemos leer que gente fue sanada por obra milagrosa de Dios inmediatamente (Mr 2:1-12); en otros casos, como resultado de un acto de fe acompañado con alguna acción complementaria (Mr 7:31-37); en otros, como en el pasaje de Santiago, vemos que la persona se acercaba a los ancianos de la iglesia, y con la unción de aceite y oración la persona podía ser sanada y restaurada por medio del perdón (Stg 5:13-16); en otros casos, una persona no era sanada de su aflicción (2 Co 12:7-10); y a veces la muerte se presentaba como resultado de la enfermedad (2 Cr 26:21).
La sanidad es potestad absoluta de Dios. Sea esta que se dé por medio de un milagro, por el proceso de una cirugía, por un tratamiento, o por cuidado general de la persona, la sanidad siempre estará bajo la Soberana obra de Dios; y es Dios quien decide por cuál medio otorgar el restablecimiento de la salud.
Al mismo tiempo, la pérdida de salud puede venir como resultado de un pecado o puede ser un medio usado para probar a la persona. Aún el tiempo que le tome al enfermo recuperarse es igualmente voluntad de Dios. Por eso, en todos los casos en los que la muerte llegue como resultado de la enfermedad, la voluntad y plan del Señor es algo que debemos aceptarlo, aunque no podamos entenderlo por completo.
La muerte en general es resultado último del pecado del hombre (Gn 2:16, 17), y la enfermedad un proceso degenerativo que puede terminar en la muerte, y que también llegó con el pecado. Todos, tarde o temprano, llegaremos a morir un día, sea por enfermedad u otra causa, es una realidad. No debemos dudar del poder de Dios y del poder de la oración cuando alguien no sea sanado, a pesar de la incansable rogativa. Lo que debemos hacer es confiar en Su sabiduría y bondad.
La oración siempre será el mejor medio para acceder a la presencia de Dios y presentar nuestras peticiones, y podemos pedir a otros que nos ayuden haciéndolo, que también es valioso. La bendición de otros estará no solamente en la petición por salud, sino, además, en el apoyo espiritual que nos dan, cuando por la oración interceden por fortaleza, consuelo, paz y entendimiento; mientras pasamos por el duro proceso de una enfermedad. Que el Señor decida sanar o no, es algo que está en Su facultad decidirlo.
«Gracias Padre por las enfermedades y por la sanidad, esto nos permite aprender más de Ti y Tu obra»
Salmos 103:3
“El es quien perdona todas tus iniquidades, El que sana todas tus dolencias.”