“Desde la antigüedad lo había planeado”

Para los que somos hijos de Dios, esto implica una belleza indescriptible, porque el mismo que nos llama sus hijos es quien tiene en sus manos, los finos hilos del destino humano, tiene el poder de comenzar o terminar su plan, de librarnos de cualquier amenaza que se revele contra nosotros y que nos asegura protegernos hasta que recibamos la herencia de gloria que Él nos tiene reservada (1 P. 1.4).

Respondiendo sabiamente ante las amenazas

Estas tres cosas debemos hacer para enfrentar las amenazas de la vida: 1. Acercarnos a Dios en oración, 2. Recordarnos quién es nuestro Dios y adorarlo por ello, y 3. Pedir, pensando en su gloria, más que en nuestro bienestar y comodidad.

La enfermedad, para la gloria de Dios

Dios a veces permite la enfermedad para su gloria, para demostrar en el mundo su poder, para que comprendamos que para Él no hay nada imposible.

Una posibilidad ante la enfermedad

Dios permite la enfermedad como consecuencia del pecado, porque es un instrumento divino para humillarnos y hacernos rendir a sus pies y a su santidad; para que lo confesemos, nos arrepintamos y vivamos conforme a su voluntad.

El cielo es nuestro “fortísimo consuelo”

Basando nuestra eternidad en la fe en Cristo podemos enfrentar lo que nos acontece como algo temporal, y es esa seguridad de algo bueno al final lo que nos trae un “fortísimo consuelo”, anclando nuestra alma de forma segura y firme (He 6:18, 19).

En busca de sanidad (VIDA DE ORACIÓN XIV)

No debemos dudar del poder de Dios y del poder de la oración cuando alguien no sea sanado, a pesar de la incansable rogativa. Lo que debemos hacer es confiar en Su sabiduría y bondad.

Lo perdieron todo, menos…

En esta vida podremos enfrentar momentos impactantes que literalmente cambian nuestra vida de un momento a otro. Cuando esos momentos llegan, nuestra desesperación puede llevarnos a hundirnos en depresión, tristeza y el dolor. Podremos perderlo todo, pero lo que nos ayudará a enfrentar tal devastación, será nuestra confianza en Dios.

El cielo es nuestro “fortísimo consuelo”

Hebreos 6:16-20 “Porque los hombres ciertamente juran por uno mayor que ellos, y para ellos el fin de toda controversia es el juramento para confirmación. Por lo cual, queriendo Dios mostrar más abundantemente a los herederos de la promesa la inmutabilidad de su consejo, interpuso juramento; para que por dos cosas inmutables, en las cualesSigue leyendo «El cielo es nuestro “fortísimo consuelo”»