El día de la salvación marca un antes un después eterno en la vida de un creyente (2 Co. 5:17). El momento que esa persona recibe por fe el regalo inmerecido del perdón de pecados y la vida eterna al depositar su fe en Cristo como su único y suficiente Salvador, ese creyente entra a experimentar una vida espiritual real como resultado de la obra purificadora y regenerativa del Espíritu Santo (Tit. 3:5).
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Hasta nuestro entendimiento cambió
El día de la salvación el cambio radical que se da en el creyente cambia por completo todo lo que el hombre era. Es perdonado, es hecho hijo de Dios, es salvado de la condenación, recibe capacidad espiritual para relacionarse con Dios, tiene herencia celestial, recibe dones espirituales, el Espíritu Santo entra a morar en él, etc. Todo esto es lo que la “nueva creación” trae a la persona. Entre todos esos beneficios se encuentra el entendimiento espiritual de Dios y de la vida.
Paternidad espiritual
Cada creyente nace espiritualmente desconociendo muchas de las cosas de Dios, y es responsabilidad del padre espiritual ayudarle a crecer en el conocimiento de Dios y Su Palabra. Es este padre quien está pendiente de la vida de su hijo, y por ello, él tiene también el derecho de amonestarlo cuando no camina bien.
La hermosura de la “locura”
La familia de Jesús, y los escribas que vinieron a ver a Jesucristo no llegaban a ver la manifestación poderosa de Dios en el ministerio del Señor porque estaban muertos espiritualmente, y, por tanto, ciegos a la realidad del Verbo de Dios.
¿Moda “terrenal”?
La Biblia nos exhorta a revestirnos del “nuevo” hombre, “el cual conforme a la imagen del que lo creó” se debe ir renovando constantemente hasta que lleguemos a estar en la presencia de Dios (v. 10). Por otro lado, también nos manda a que debemos despojarnos de las costumbres pecaminosas del “viejo hombre” (v. 9).
Muerte por partida doble
Cada creyente debe vivir espiritualmente tan vivo que ya el mundo le sea algo muerto e inmundo, y esa misma vida espiritual debe hacerle ver al mundo que el creyente ya ha muerto para su inmundo sistema.
Jesús vino y fue rechazado
Si Cristo no hubiera nacido, no hubiera sido rechazado, no hubiera sido crucificado, no hubiera resucitado, no hubiera para el hombre salvación. Celebrar Su nacimiento, es celebrar y no rechazar, Su deidad y propósito con Su venida.
Equipados para llegar
Dios nos ha capacitado, Dios nos ha prometido, Dios ha decidido cambiarnos; ahora nosotros debemos anhelarlo y trabajar en ello.