¿Moda “terrenal”?

La Biblia nos exhorta a revestirnos del “nuevo” hombre, “el cual conforme a la imagen del que lo creó” se debe ir renovando constantemente hasta que lleguemos a estar en la presencia de Dios (v. 10). Por otro lado, también nos manda a que debemos despojarnos de las costumbres pecaminosas del “viejo hombre” (v. 9).

En torno a Él

Las Escrituras nos enseñan, de principio a fin, que Jesucristo es Dios Encarnado, 100% Dios y 100% Hombre. Pablo expresa que, para la mente humana, esta verdad de Jesucristo Dios es un misterio que debe ser revelado espiritualmente, pero que está al alcance por medio de le fe en Jesús (2:3-5).

“Ore por su pastor”

Muchos de nosotros no conocemos plenamente todo lo que un siervo fiel sufre por servir a Dios, pero si debemos recordar que ellos batallan diariamente en contra de sus pecados, frustraciones y sufrimientos para cuidar y alimentar del rebaño del Señor.

Humildes, sobrios y firmes en fe

Recordemos que el diablo no tiene potestad sobre nosotros, pues le pertenecemos a Dios, y Él nos guarda hasta el día de nuestra redención (1 Jn 5:18). Si somos probados, quiere decir es que somos hijos de Dios, y esa confianza alimenta mi esperanza de redención, entonces, fortalece mi fe (1 P 1:8, 9). El diablo ya fue derrotado, Dios es mayor que cualquiera, y nuestra fe en Cristo nos da la victoria en esta vida, y nos otorga la vida eterna (Ro 8:31-39). Esta confianza es la que me ayudará a mantenerme firme detrás de mi escudo, mi fe, resistiendo los embates del maligno.

“Biogénesis”

Jesucristo no solamente nos creó, sino que vino a la Tierra para salvar lo que se había perdido a causa del pecado, para rescatarnos y darnos vida eterna, pues la vida está en el Hijo de Dios (1 Jn 5:11, 20).

¿En pos de qué va usted?

Tanto Moisés como Jesucristo tenían una meta espiritual, y aunque requería una perdida material o de estatus, esto no los detuvo para cumplir con el propósito supremo, su llamado y su galardón.

No permita los «estorbos» (VIDA DE ORACIÓN XII)

Nuestras relaciones influyen directamente en nuestra relación con Dios, incluyendo nuestras oraciones. Nuestras relaciones “horizontales” afectan directamente nuestra relación “vertical” con el Señor, y viceversa; para nuestro bien o para nuestro mal.

Siempre o constantemente (VIDA DE ORACIÓN VIII)

Así como el sol sale por el oriente, pero se mueve durante el día hasta ponerse hacia el occidente, así tiene la idea de “orar sin cesar”. Debe ser parte de nuestro diario caminar cristiano hasta encontrarnos junto a nuestro Señor, sea que “durmamos” o que seamos “arrebatados”.