Habrá mucho tiempo

Todos los creyentes en Cristo tenemos esa esperanza eterna, de compartir en el cielo con nuestros seres amados, con aquellos que “durmieron en él” (v. 14).

Con “certificación” de Dios

Sea un pastor o misionero, su aprobación ha sido dada por Dios, por eso debemos reconocer tal llamado y tenerlos en mucha estima (1 Ts 5:12, 13), honrándolos como tales. Esta misma aprobación demanda del siervo su responsabilidad de presentarse ante Quien lo llamó aprobado, velando constantemente para seguir fiel a su llamamiento y a la “certificación” hacia él otorgada (2 Ti 2:15).

Humildes, sobrios y firmes en fe

Recordemos que el diablo no tiene potestad sobre nosotros, pues le pertenecemos a Dios, y Él nos guarda hasta el día de nuestra redención (1 Jn 5:18). Si somos probados, quiere decir es que somos hijos de Dios, y esa confianza alimenta mi esperanza de redención, entonces, fortalece mi fe (1 P 1:8, 9). El diablo ya fue derrotado, Dios es mayor que cualquiera, y nuestra fe en Cristo nos da la victoria en esta vida, y nos otorga la vida eterna (Ro 8:31-39). Esta confianza es la que me ayudará a mantenerme firme detrás de mi escudo, mi fe, resistiendo los embates del maligno.

Siempre o constantemente (VIDA DE ORACIÓN VIII)

Así como el sol sale por el oriente, pero se mueve durante el día hasta ponerse hacia el occidente, así tiene la idea de “orar sin cesar”. Debe ser parte de nuestro diario caminar cristiano hasta encontrarnos junto a nuestro Señor, sea que “durmamos” o que seamos “arrebatados”.

Agradecimiento es adoración (VIDA DE ORACIÓN III)

Usted siempre encontrará muchas razones por las cuales orar agradecido… Al dar gracias, estamos expresando nuestra adoración hacia Quién es Dios, Su ser y Sus atributos.

Un día todos “en Él” nos reuniremos

Un día Jesucristo vendrá a llevar a los creyentes en Él para que estemos ante Su presencia.

¿Qué es lo que le depara el futuro?

Lo que le depara el futuro es obviamente resultado de una vida de obediencia o no.

En la perseverancia hay fruto

Dios quiere que llevemos fruto, pero perseverantemente; o sea, constantemente, haciendo uso de la paciencia aún a pesar de los sufrimientos.