1 Tesalonicenses 4:13-18
“Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él. Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras.”
Un día, acompañado con otro capellán de la empresa, tuvimos que visitar a dos familias que habían perdido a sus seres queridos el mismo fin de semana, una niña de 10 años y un joven adulto de 25. Para quienes pierden a sus seres queridos de una manera repentina y a una edad temprana, la muerte siempre dejará un profundo vacío.
Mientras visitamos a los padres del joven adulto, nos acercamos al papá para darle nuestras condolencias, pero él, con gran paz y confianza nos respondió que no todo estaba perdido, él estaba seguro que un día volverá a ver a su hijo en el cielo y sabía que el hijo estaba en un mejor lugar ahora.
Ese mismo día visitamos a la familia de la niña, los padres son del sureste asiático y profesan ser budistas. Para sorpresa nuestra, un grupo de jóvenes cristianos de ese mismo país se habían reunido en casa de la familia para brindarles su apoyo y compartir un momento de esperanza. La niña que había fallecido, junto a un par de jóvenes más de la misma familia habían estado asistiendo a este grupo.
Durante ese tiempo que estaban reunidos, a mi amigo capellán y a mí nos preguntaron sobre alguna experiencia personal de alguien que haya fallecido. Mi amigo había perdido a su padre y relató los últimos momentos de la vida de su papá.
Cuando llegó el momento de compartir mi experiencia, les compartí que mi mamá había perdido a su hermana melliza a una edad joven a causa del cáncer; pero les decía que, para nuestra familia, esa separación es temporal, ya que mi tía ya había recibido a Cristo antes de morir, y sabemos por lo que nos dice la Biblia que un día todos los creyentes en Cristo estaremos reunidos.
Durante todo ese tiempo con la familia pude observar en los ojos de la madre de la niña que en ella no había esperanza. Para una persona budista las posibilidades de una “mejor vida” después de la muerte es incierta. Cuan gran diferencia hace la fe.
Un día Jesucristo vendrá a llevar a los creyentes en Él para que estemos ante Su presencia. Sea que estemos muertos y seamos resucitados, o sea que estemos vivos y seamos arrebatados (1 Ts 4:16, 17), nuestra confianza está en la promesa de Jesús que vendrá a llevarnos a donde Él está (Jn 14:1-3). Esa confianza de vida eterna solamente está en la fe de la obra de Cristo (Jn 3:36).
A todos nos llegará un día la muerte, para quienes han creído en la muerte y resurrección de Cristo existe la confianza de pasar la eternidad con Él (1 Ts 4:14), por eso Pablo nos alienta con «estas palabras» (1 Ts 4:18). ¿Usted ya tiene esa esperanza?
«Gracias Jesucristo, porque en Ti siempre hay confianza»
1 Juan 5:11-12
“Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.”
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