Efesios 2:12-22
“En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo. Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo. Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, […] para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades. […] porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre. Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu.”
En muchos países occidentales, en donde se celebra el fin de año por medio del calendario gregoriano, durante los días previos al 31 de diciembre, los medios de comunicación nos hacen un recuento de las actividades más importantes que sucedieron durante ese año que termina. Tanto noticias buenas y malas son mencionadas para expresarnos lo que ha sucedido.
Lamentablemente parecerían que más son las noticias malas que las buenas en muchos de los países. Muerte, devastación, desastres naturales, problemas económicos, problemas políticos, nuevas enfermedades, incremento de crímenes, etc.; son varios de los anunciados recuentos. En mi país existe una emisora radial que se encarga de enumerar en forma dramática durante la última hora del año ese recuento, lo hacen de tal manera que parecería que hemos sobrevivido milagrosamente, haciendo ver muchas veces que el año que termina fue desastroso. En parte si pudo haber sido, pero no todo es tan malo.
Me gusta mucho como el apóstol Pablo hace un recuento espiritual en la vida del creyente. Por un momento en su carta a los Efesios se detiene para expresar una parte de las muchas bendiciones que la reconciliación mediante la cruz nos trajo, lleno de grandes beneficios, una condición insuperable y gloriosa; recuento que vale la pena mirarlo:
-Estábamos sin el conocimiento de Cristo.
-Estábamos ajenos a la ciudadanía espiritual de Israel al no estar dentro de la familia de Abraham.
-Estábamos ajenos a los pactos dados por Dios, muchos de ellos que benefician a todos.
-Estábamos sin esperanza alguna de vida eterna.
-Estábamos sin relación espiritual con Dios por nuestra enemistad a causa del pecado.
-Estábamos espiritualmente muertos e inmersos en un mundo destinado a condenación.
-Ahora somos miembros de la familia de Dios.
-Ahora estamos reconciliados y en paz con Dios.
-Ahora somos conciudadanos celestiales con todos los santos.
-Ahora somos edificados en la doctrina de Dios dada a los apóstoles y profetas.
-Ahora somos templo del Espíritu Santo de Dios.
Para mencionar algunos de nuestros beneficios recibidos por medio de nuestra fe en Cristo.
Antes que termine el año, pase meditando en estas verdades espirituales maravillosas y en las múltiples bendiciones que Dios nos da cada año, en las cuales muchas veces no nos regocijamos y damos gracias. Cada año podrá traer tristezas o pérdidas para muchos, pero seguro siempre habrá más razones para ver las bendiciones de Dios en nosotros. ¿Cuál es su recuento espiritual de este año? Ya Pablo nos mencionó algunas, comencemos a dar gracias a Dios mediante ellas.
«Padre, contigo siempre habrá muchas razones para celebrar cada año en el cuál grandemente nos has bendecido»
Salmos 40:5
“Has aumentado, oh Jehová Dios mío, tus maravillas;
Y tus pensamientos para con nosotros,
No es posible contarlos ante ti.
Si yo anunciare y hablare de ellos,
No pueden ser enumerados.”