Recordando dignamente Su sacrificio

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1 Corintios 11:23-31

“Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado: Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan; y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí. Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí. Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga. De manera que cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor. Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa. Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí. Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen. Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados.”

  1. En este momento Pablo llamaría seriamente la atención ante bochornoso testimonio que estaban dando algunos creyentes en la iglesia cuando se reunían a conmemorar la Cena del Señor.
  2. Unos se reunían antes de tiempo para comer banquetes y otros para embriagarse en frente de hermanos de escasos recursos (1 Co. 11:20-22). Otros en cambio, celebraban la comunión estando en una vida de pecado, sin arrepentimiento, lo que afectaba sus propias vidas, aún, físicamente (v. 27-31).
  3. Pablo nos enseña que la Cena del Señor fue una ordenanza dejada por el mismo Señor Jesús “la noche que fue entregado” (v. 23; Comp. Mt. 26:26–30; Mr. 14:22–26; Lc. 22:17–20), y es un recordatorio de lo que Su cuerpo y Su sangre representaban con el simbolismo del pan y del vino (v. 24, 25), y que debíamos hacerlo todas las veces como un anuncio de Su muerte hasta que Él venga por segunda vez (v. 26).


La Cena del Señor es uno de los momentos más sublimes que se celebran en la Iglesia, donde los miembros recuerdan con inmensa gratitud y sentida emoción la Última Cena del Señor y Su posterior sacrificio en la cruz.

El pan simboliza Su cuerpo que fue ultrajado antes y durante Su sacrificio en la cruz, y el vino representa el pago de sangre que Cristo hizo al derramarla completamente para el perdón de nuestros pecados. Su cuerpo recibió nuestro castigo, y Su sangre pagó nuestra deuda, y ambas por nuestra maldad.

Muchas veces se llama “comunión” (1 Co. 10:16) a la “cena del Señor” para expresar la idea que entramos en comunión con Jesús por medio de nuestra fe en Su sacrificio. En la noche previa a Su crucifixión, Jesucristo hizo preparar la última cena sin que sus discípulos sepan de que se trataba y les hizo la invitación a que lo acompañen (Mt. 26:26–30). De la misma manera el creyente se identifica en una fe común en Cristo.

Todo creyente que ha sido bautizado puede participar de esta ordenanza, misma que debe ser recibida dignamente, porque con ella recordamos lo que el Hijo de Dios hizo por nosotros para salvarnos. Digno de juicio y de muerte es todo aquel que lo llega hacer indignamente sin discernir de lo que está participando. (v. 27-31)



«El privilegio de participar en la Cena del Señor debe ser recibida con dignidad, considerando debidamente aquel a Quien recordamos y anunciamos»

–Ministerio UMCD–
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Publicado por Ministerio UMCD | Un Momento Con Dios

Reflexiones Cristianas. Salmos 1:2 "Sino que en la ley de Jehová está su delicia, Y en su ley medita de día y de noche."

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