¿Por qué conformarse con menos?
Números 32:1-2, 4-7
“Los hijos de Rubén y los hijos de Gad tenían una muy inmensa muchedumbre de ganado; y vieron la tierra de Jazer y de Galaad, y les pareció el país lugar de ganado. Vinieron, pues, los hijos de Gad y los hijos de Rubén, y hablaron a Moisés y al sacerdote Eleazar, y a los príncipes de la congregación, diciendo: […] la tierra que Jehová hirió delante de la congregación de Israel, es tierra de ganado, y tus siervos tienen ganado. Por tanto, dijeron, si hallamos gracia en tus ojos, dése esta tierra a tus siervos en heredad, y no nos hagas pasar el Jordán. Y respondió Moisés a los hijos de Gad y a los hijos de Rubén: ¿Irán vuestros hermanos a la guerra, y vosotros os quedaréis aquí? ¿Y por qué desanimáis a los hijos de Israel, para que no pasen a la tierra que les ha dado Jehová?”
Por segunda ocasión el pueblo de Israel se encontraba a las puertas de la conquista de Canaán, la Tierra Prometida. En la primera vez, cuarenta años atrás, habían decidido enviar a un grupo de espías para que vayan a investigar la calidad de la tierra y la gente de vivía en ella. Al volver, este grupo de 12 hombres trajeron la noticia que la tierra era buena en gran manera, pero que los obstáculos que enfrentarían al conquistarla serían muy grandes, y desalentando al pueblo decidieron quedarse sin reclamarla, pensaron en volverse a Egipto (Números 13:25 – 14:10). En esa primera vez, Dios tuvo que enviar por medio de Moisés juicio ante este grupo de hombres faltos de fe y les juró que nadie la recibiría y que todos los varones mayores de 20 años morirían en el desierto, excepto Josué y Caleb (Números 14:20-32).
Cuarenta años después estaban los hijos de aquellos que murieron en el desierto frente a la Tierra Prometida. Ellos habían visto el castigo de Dios de primera mano al ver a sus progenitores morir. Todos esperarían que esto les hubiera enseñado una gran lección y aprenderían, pero no todos; los hijos de Rubén y Gad, y la media tribu de Manasés decidieron pedir a Moisés que les permita quedarse en ese lado del Jordán, a la cual ellos llamaron “tierra de ganado”, para evitar entrar a conquistar Canaán (Números 32:4, 33).
El que este grupo de israelitas decidieran quedarse al lado este del Jordán pudo traer desaliento en el pueblo que estaba con ellos, pero con astucia Moisés obligó a los varones a que vayan también a la guerra y evitar así desánimo. Pero cuando volvieron a sus tierras, su vida no fue tan buena, fueron constantemente conquistados, y al final alejados de muchas bendiciones, pues la tierra que “fluye leche y miel” estuvo siempre al otro lado.
Como creyentes ahora muchos podemos decidir vivir en una vida mediocre, alejada de las verdaderas bendiciones de Dios. En vez de querer seguir a Dios y enfrentar nuestras batallas espirituales, nos quedamos en una vida sin muchos logros y lejos de lo mejor. Quienes están a nuestro alrededor, al ver una vida a medias no se alientan a seguir a Dios, pues no ven en nosotros una vida realmente fructífera. Talvez conocemos de algunos que viven realmente una vida excitante junto al Señor lleno de victorias y bendiciones, pero no nos motivamos seriamente a vivirla nosotros mismos. Nos quedamos aparentemente contentos con menos, pero en el fondo sabemos que no estamos teniendo lo mejor.
Es hora de levantarnos, es tiempo de dejar nuestra comodidad espiritual y alcanzar lo mejor que Dios tiene para nosotros. Una vida real y plena se encuentra frente a nosotros, sólo debemos decidir dejar nuestra vida “común” e ir en pos de lo mejor. Decida desde ahora ser obediente, comprométase a leer la Biblia y obedecerla, pídale a Dios crecer en fe y madurez, involúcrese activamente en su iglesia y permita que Dios le ayude a conseguir lo mejor que Él tiene preparado para usted, va a ver que no se va arrepentir, antes bien, va a querer más y más de una vida plena y abundante. ¿Por qué conformarse con menos?
«Señor, día a día quiero caminar contigo y conseguir lo mejor que tienes para mí»
Números 14:8
“Si Jehová se agradare de nosotros, él nos llevará a esta tierra, y nos la entregará…” (Josué)