Números 12:1-9
“María y Aarón hablaron contra Moisés a causa de la mujer cusita que había tomado; porque él había tomado mujer cusita. Y dijeron: ¿Solamente por Moisés ha hablado Jehová? ¿No ha hablado también por nosotros? Y lo oyó Jehová. Y aquel varón Moisés era muy manso, más que todos los hombres que había sobre la tierra. Luego dijo Jehová a Moisés, a Aarón y a María: Salid vosotros tres al tabernáculo de reunión. Y salieron ellos tres. Entonces Jehová descendió en la columna de la nube, y se puso a la puerta del tabernáculo, y llamó a Aarón y a María; y salieron ambos. Y él les dijo: Oíd ahora mis palabras. Cuando haya entre vosotros profeta de Jehová, le apareceré en visión, en sueños hablaré con él. No así a mi siervo Moisés, que es fiel en toda mi casa. Cara a cara hablaré con él, y claramente, y no por figuras; y verá la apariencia de Jehová. ¿Por qué, pues, no tuvisteis temor de hablar contra mi siervo Moisés? Entonces la ira de Jehová se encendió contra ellos; y se fue.”
¿Cómo reacciona usted ante la oposición o las falsas acusaciones? Moisés se encontraba ante un problema de celos de parte de sus hermanos que los llevó a juzgar la sola autoridad del siervo de Dios. Rechazaban la idea que solamente Moisés tenga tal privilegio (Nm 12:2).
Jesucristo se encontraba en el huerto de Getsemaní cuando vivieron apresarlo, llegaban a detenerlo como si Él fuera “ladrón”, pero eso no lo llevó actuar con ira para detener lo sucedido, se entregó sin resistencia, aunque hubiera llamado a un ejército de ángeles si hubiera querido (Mt 26:52-55). Cuando se encontraba frente a sus acusadores recibió injurias, falsas acusaciones, maltrato, azotes, burlas y más; antes calló y dejó que los otros lo acusen injustamente.
Manso es una persona que, teniendo poder o capacidad para actuar, obra ecuánime ante los problemas, y con humildad acepta la afrenta o el rechazo, reaccionando con cabalidad.
W. E. Vine nos dice que la mansedumbre está estrechamente relacionada con la humildad, y es una directa consecuencia de ella (Ef 4:2; Col 3:12). Es parte del carácter de Cristo y por lo tanto es algo que debemos anhelar (Mt 11:29; 1 Ti 6:11). La mansedumbre es fruto del Espíritu Santo, por ende, es resultado de una buena relación con Dios (Gá 5:22, 23). Es necesaria para enseñar apropiadamente cuando demanden “razón de la esperanza” que hay nosotros (1 P 3:15), aun cuando queremos corregir aquellos “que se oponen” (2 Ti 2:25); pero también requerida para poder aceptar las enseñanzas que vienen de la Palabra de Dios (Stg 1:21).

Tanto Jesucristo como Moisés sabían que estaban ante un acto injusto en sus vidas, pero entendían que todo estaba la Soberanía de Dios y Su providencia, y si esto era algo que debían enfrentar, lo harían como Dios quería que actuaran, y dejarían todo lo demás en las manos del mismo Dios.
Pablo nos recuerda que es deber, no solo de los líderes, sino de todo creyente, el ser mansos y amables, y no pendencieros (Tit 3:2).
«Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón» – Jesucristo
Colosenses 3:12
“Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia.”

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