Deuteronomio 3:24
“Señor Jehová, tú has comenzado a mostrar a tu siervo tu grandeza, y tu mano poderosa; porque ¿qué dios hay en el cielo ni en la tierra que haga obras y proezas como las tuyas?”
Una familia joven había tenido a su primogénito en sus brazos apenas unas pocas horas cuando los doctores determinaron que el bebé tenía una grave condición fisiológica que podría producir severos daños en el cuerpo y el cerebro del niño, mismos que podrían ser irreversibles. Con dolor y angustia clamaron a Dios para que en Su misericordia salve al infante de tan grave condición y que ninguna secuela quede. A los pocos días los doctores se quedaron asombrados al constatar que el niño se encontraba sano y sin efecto secundario alguno. Los padres sabían a Quién darle la gloria de ello, y fue ahí donde encontraron muchas razones más para confiar y adorar a Dios.
Cuando los problemas o las pruebas nos afectan la angustia nos embarga y el desconsuelo podrían afectar nuestra vida. En esos momentos parecería que no veríamos a Dios por ningún lugar, pero si confiamos en el Señor y esperamos, podremos verlo obrando, y en esos momentos tendremos muchas razones más para adorarlo.
En la historia de la muerte y resurrección de Lázaro encontramos varios detalles que nos dan por lo menos 6 razones para adorar a Dios.
POR SU TIEMPO (Jn 11:1-6). Cuando Jesucristo se enteró de la condición de salud de Lázaro, y sabiendo que moriría por esa enfermedad, no apresuró sus pasos, sino que esperó a que muriera, porque deseaba hacer un milagro más grande de lo imaginado (Jn 11:4). El aparente retraso para el hombre difiere del perfecto tiempo de Dios.
POR SU INMUTABLE AMOR (Jn 11:3-5). En el relato nos afirma dos veces del amor de Jesucristo hacia Lázaro y sus hermanas. Pero recordemos que la falta de respuesta inmediata de parte de Dios no significa que existe falta de amor o que nuestro caso no sea de importancia para el Señor, sino que Dios tiene propósitos diferentes a los nuestros, pero Su amor nunca cambia.
POR SU CONOCIMIENTO (Jn 11:7-15). Todos los detalles de lo que sucedía a Lázaro, su enfermedad y muerte, además de cómo se sentían Marta y María, le eran conocidos. Los discípulos creían que Jesucristo hablaba de solamente estar durmiendo, cuando hablaba de la condición de Lázaro, pero Jesús les aseguró que su amigo estaba literalmente muerto (Jn 11:14). Dios conoce exactamente y con lujo de detalles lo que pasa, siempre podemos confiar en ello.
POR SUS SEGURAS PROMESAS (Jn 17:26). Jesucristo le aseguró a Marta que su hermano volvería a vivir, y así fue. Cuando el Señor le aseguraba que Lázaro resucitaría hablaba en serio.
POR SU EMPATÍA (Jn 11:28-35). Cuando Jesús llegó a la tumba lloró, pues le conmovió la muerte de su amado amigo (Jn 11:35). Jesús sabe exactamente qué es lo que nos pasa, cómo nos sentimos, y además siente lo mismo.
POR SU PODER (Jn 11:38-44). Jesucristo dio vida nuevamente a un hombre que estaba muerto por 4 días y hallarse ya en estado de descomposición. ¡Cuánto más no podrá hacer por nosotros!
Si miramos con atención las cosas que pasan en nuestras pruebas y dificultades, y cómo Dios obra en ellas, siempre encontraremos razones para adorarlo y alabarlo.
«Grande eres Tú, Señor, hacedor de maravillas»
Salmos 150:2
“Alabadle por sus proezas; Alabadle conforme a la muchedumbre de su grandeza.”