Marcos 12:41-44
“Estando Jesús sentado delante del arca de la ofrenda, miraba cómo el pueblo echaba dinero en el arca; y muchos ricos echaban mucho. Y vino una viuda pobre, y echó dos blancas, o sea un cuadrante. Entonces llamando a sus discípulos, les dijo: De cierto os digo que esta viuda pobre echó más que todos los que han echado en el arca; porque todos han echado de lo que les sobra; pero ésta, de su pobreza echó todo lo que tenía, todo su sustento.”
Para muchos el número de ceros que se encuentran al lado derecho de una cifra representan el valor de una ofrenda significativa, pero no para el Señor. Los ricos que llegaban al templo para dar su ofrenda depositaban grandes cantidades de monedas (“lo que les sobra”), mismas que hacían un gran sonido al ser depositadas en las 13 urnas que se encontraban entre las paredes del atrio de las mujeres, pero cuando la viuda llegó solo depositó dos blancas, lo que actualmente equivaldría a un cuarto de centavo de dólar americano.
El cuadrante era su equivalente romano a dos blancas, moneda vigente en Jerusalén de aquella época. Un denario representaba el valor pagado por el jornal de un día de trabajo, y se necesitaban 64 cuadrantes o 128 blancas para el salario de un día, y lo que dio la viuda no representó ni lo que alguien ganaría en 10 minutos de trabajo.
Para entender el valor de la ofrenda de la viuda y el reconocimiento del Señor ante tal obra podemos considerar varios elementos:
La viuda pudo dar todo lo que tenía confiando en la provisión de Dios. Jesús dijo que la viuda daba todo lo que tenía, “todo su sustento”. En el tiempo de Jesús que una mujer esté viuda era una desgracia, pues las mujeres dependían de un marido para su sustento. Ella estaba confiando en Dios para su provisión (Comp. Mal 3:10).
La viuda pudo dar todo lo que tenía sabiendo que todo le pertenece a Dios. Ella comprendía que lo que tenía en sus manos era de Dios (Comp. 1 Cr 29:14).
La viuda pudo dar todo lo que tenía mostrando su desprendimiento de las cosas materiales. Una persona que batalla entre el dinero y Dios tiene problemas espirituales (Comp. 1 Ti 6:8-10).
La viuda pudo dar todo lo que tenía manifestando su contentamiento ante su condición de pobreza. Dios espera que cada persona ofrende con un corazón alegre, no porque tiene necesidad. El contentamiento de su situación le llevó a dar sin reproche (Comp. 2 Co 9:7; 1 Ti 6:8).
La viuda pudo dar todo lo que tenía expresando su adoración a Dios. El ofrendar es una expresión de adoración (Comp. Mt 6:24).
La viuda pudo dar todo lo que tenía comprometiendo su vida como sacrificio a Dios. Ella se dio primero a Dios, y todo lo que tenía estaba siendo entregado a Él también (Comp. 2 Co 8:1-5).
«No es el monto de la ofrenda lo que más importa, sino el corazón (actitud, propósito) del dador» (Hendriksen, W.). «La cantidad del don no importa nunca tanto como lo que le cuesta al dador; no el tamaño del don, sino el sacrificio. La verdadera generosidad da hasta que duele» (Barclay, W.)
«Señor, Tuyo es todo lo que soy y todo lo que me has dado»
1 Crónicas 29:14
“Porque ¿quién soy yo, y quién es mi pueblo, para que pudiésemos ofrecer voluntariamente cosas semejantes? Pues todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano te damos.”