Proverbios 4:1-13
“Oíd, hijos, la enseñanza de un padre, Y estad atentos, para que conozcáis cordura. Porque os doy buena enseñanza; No desamparéis mi ley. Porque yo también fui hijo de mi padre, Delicado y único delante de mi madre. Y él me enseñaba, y me decía: Retenga tu corazón mis razones, Guarda mis mandamientos, y vivirás. Adquiere sabiduría, adquiere inteligencia; No te olvides ni te apartes de las razones de mi boca; No la dejes, y ella te guardará; Amala, y te conservará. Sabiduría ante todo; adquiere sabiduría; Y sobre todas tus posesiones adquiere inteligencia. Engrandécela, y ella te engrandecerá; Ella te honrará, cuando tú la hayas abrazado. Adorno de gracia dará a tu cabeza; Corona de hermosura te entregará. Oye, hijo mío, y recibe mis razones, Y se te multiplicarán años de vida. Por el camino de la sabiduría te he encaminado, Y por veredas derechas te he hecho andar. Cuando anduvieres, no se estrecharán tus pasos, Y si corrieres, no tropezarás. Retén el consejo, no lo dejes; Guárdalo, porque eso es tu vida.”
Llegando a vivir a los Estados Unidos, viniendo de un país de cultura distinta, con leyes distintas, y con lenguaje distinto, comprendí que lo que había conocido y aprendido en mi país de origen no era suficiente, ni era todo. Después, teniendo la oportunidad de ministrar en medio de personas que hablaban mi mismo idioma, pero que tenían un modismo de lenguaje diferente y costumbres distintas, comprendí que tampoco sabía lo suficiente y que tenía que aprender más. Cuando crees que ya lo conoces todo de una aplicación en el teléfono aparece una nueva característica que ha sido cambiada por el desarrollador del programa y tienes que seguir aprendiendo.
Parece que nunca dejas de aprender y cada día sale algo nuevo, enfrentamos un nuevo reto y debemos decidir entre conocerlo o quedarnos en la ignorancia. Pero sabemos, que cuando adquieres ese conocimiento y has aprendido como desenvolverte mejor en medio de ese cambio, entonces sabes que el haber aprendido te ha beneficiado y has aprendido un poco más.
La Biblia también nos exhorta a conocer más y aprender a vivir mejor, a esto lo llama sabiduría. Un diccionario bíblico expresa, entre algunas cosas prácticas, que la sabiduría es el «discernimiento para aconsejar (2 S 13:3), prudencia para gobernar (1 R 3:28; 4:29–34), cordura en la vida diaria y decisiones éticas. Consiste básicamente en aplicar bien lo que uno sabe a lo que uno hace, a fin de lograr un buen vivir»
Después de la salvación, la posesión más grande que una persona puede llegar a tener no tiene cifras, tampoco tamaño o modelo, menos color o forma; la posesión más grande que una persona puede tener se llama “sabiduría” e “inteligencia” (Pr 4:7). El sabio, como dice bien Vine, procura la sabiduría; y es la sabiduría la que le da gran valor intangible a una persona.
El inicio para de la sabiduría es el temor a Dios (Pr 1:7). Es llegar a conocer que estamos ante el Todopoderoso Dios, y debemos reverenciarlo como tal. El sabio también entiende que el verdadero conocimiento que nos otorga la correcta y provechosa sabiduría proviene solamente del mismo Dios a quien reverencia (Pr 2:6), y por lo tanto escucha el clamor que la sabiduría hace para que aprenda más y va en pos de ella (Pr 1:20-23).
Cada día tenemos una nueva oportunidad de crecer en sabiduría, ¡que tanto bien nos hace! Busque las gemas del conocimiento puro y verdadero que se encuentran en la Palabra de Dios, tema al Señor, clame por ayuda a Dios para poder aplicar lo que aprende de la Biblia en su vida, use correctamente ese conocimiento, y verá como su sabiduría crece más y más, y su manera de vivir adecuadamente será transformada por esa invalorable e intangible posesión, la sabiduría, misma que es ignorada por los simples y despreciada por los necios.
«Gracias Dios por la sabiduría registrada en Tu Palabra, don de incalculable valor»
Proverbios 23:15
“Hijo mío, si tu corazón fuere sabio, También a mí se me alegrará el corazón.”