2 Corintios 11:1-5, 13-15
“!Ojalá me toleraseis un poco de locura! Sí, toleradme. Porque os celo con celo de Dios; pues os he desposado con un solo esposo, para presentaros como una virgen pura a Cristo. Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo. Porque si viene alguno predicando a otro Jesús que el que os hemos predicado, o si recibís otro espíritu que el que habéis recibido, u otro evangelio que el que habéis aceptado, bien lo toleráis; y pienso que en nada he sido inferior a aquellos grandes apóstoles. […] Porque éstos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras.”
- Pablo estaba completamente preocupado por la buena voluntad con la que los hermanos en Corinto habían recibido a los “falsos apóstoles” y maestros (v. 4), y por esto les escribe esta carta con gran “celo” (v. 2).
- Lo primero que les pide es que recuerden que ellos, al ser la iglesia, estaban desposados con Cristo, y por ello, Pablo deseaba velar que la novia se mantenga “como una virgen pura a Cristo” (v. 2; Comp. Ef. 5:23-32; Ap. 19:3-9). Estos falsos ministros estaban manchando la iglesia con su presencia al ser ellos “obreros fraudulentos”, ministros de “Satanás” (v. 13-15).
- La presencia de estos ministros estaba permitiendo la introducción de enseñanzas engañosas, mismas que estaban alejando el corazón de los creyentes de la “fidelidad a Cristo” y de Su verdad (v. 3).
- La más grande herejía que se estaba permitiendo era que estos falsos apóstoles estaban enseñando de “otro Jesús” y predicando “otro evangelio”, y ellos no se estaban dando cuenta que esa enseñanza no venía por obra del Espíritu Santo, sino por “otro espíritu” (v. 4). Su falta de discernimiento estaba afectando su debida respuesta, la cual debería ser de rechazo, pero, al contrario, lo aceptaban de buena manera. Era obvio que la defensa de Pablo y su celo por la iglesia no era algo personal, sino, por la verdadera doctrina.
- Con firmeza y sin rodeos, Pablo expresa que estos “falsos apóstoles”, que tenían credenciales fraudulentas, no eran más que “ministros” de “Satanás”, y que tenían como propósito destruir la obra de Dios, engañándolos con falsas enseñanzas, para alejarlos del Señor (v. 13-15).
- Pablo les asegura a los hermanos en Corinto que estos pseudo-“ministros de justicia” recibirán su pago en el juicio final (v. 15).

La astucia de Satanás para introducir sus engaños y alejar al hombre de la verdad de Dios quedó manifiesta en el Edén, cuando Eva fue engañada, llevándola a pecar contra Dios (Gn. 3:1-6; 2 Co. 11:3). Siendo el príncipe de las tinieblas se disfrazó como “ángel (mensajero) de luz” para engañar al hombre y apartarlo de Dios.
Con las mismas características, sus ministros del engaño imparten tanta mentira como pueden para alejar a los hombres de la verdad, y así alejarlos de Dios. Estos engaños son tan sutiles que se disfrazan con gran astucia de aparente verdad para que lleguemos a aceptarlos y atesorarlos como verdad, pero siendo completa mentira. Cualquier conocimiento o aseveración que se aparte un poco de la verdad real ya no es verdad, por tanto, fuera de la realidad.
Muchos de estos ministros de Satanás son grandemente aceptados en todo el mundo, y todos ellos han creado un número incalculable de mentiras, creencias y religiones que han apartado al hombre del conocimiento verdadero de Dios. Estos engaños no permiten que Dios sea conocido como debe ser, y, por tanto, alejan al hombre del conocimiento del evangelio de Cristo, arrastrando al hombre a la perdición, y sin que el hombre se dé cuenta.
Aún dentro de las iglesias cristianas se ha permitido que estos falsos maestros o sus falsas enseñanzas se paseen abiertamente por los pasillos de las congregaciones.
Debemos velar celosamente porque la verdad de Dios se mantenga siempre presente en nuestras iglesias. Debemos además pedir a Dios discernimiento para poder reconocer las falsas enseñanzas y rechazarlas inmediatamente de nuestras vidas e iglesias. Pidamos a Dios para que nos ayude a mantener un fervor reverente por el conocimiento puro de la verdad expresadas solamente en Su Palabra. Y oremos incansablemente para que nuestras iglesias estén siempre llenas de las verdades bíblicas predicadas desde nuestros púlpitos.

«Toda enseñanza que se aleje un poco de la verdad bíblica no solo que es una completa mentira, sino que tiene el deseo perverso del maligno de alejarnos de Dios»
Ministerio UMCD