Gálatas 3:6-14
“Así Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia. Sabed, por tanto, que los que son de fe, éstos son hijos de Abraham. Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, dio de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones. De modo que los de la fe son bendecidos con el creyente Abraham. Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas. Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque: El justo por la fe vivirá; y la ley no es de fe, sino que dice: El que hiciere estas cosas vivirá por ellas. Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero, para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu.”
Para Martín Lutero, uno de los padres de la Reforma, lo que más le atormentaba era que no podía encontrar paz para su alma, y poder así satisfacer la tremenda inquietud que le angustiaba. Buscaba por todos los medios conocidos y enseñados poder encontrar esa verdadera tranquilidad ante Dios que le pueda aquietar su ser. Realizó romerías a Roma, se auto disciplinaba con limitaciones materiales para ver si así podía hallar gracia ante Dios, pero nada de esto lo ayudaba.
En esa búsqueda de la paz que tanto deseaba se adentra en las Escrituras para hallar la respuesta a su preocupación, sabía de alguna manera que Dios tenía que ayudarle a darle la respuesta que requería, ya que lo que había aprendido hasta ese entonces no le otorgaba la respuesta. Entre más buscaba, se encontraba con la frase que le golpeaba su alma y mente: “El justo por la fe vivirá”.
Maravillosamente, y por inspiración divina, esta frase se encuentra escrita cuatro veces en la Biblia; la primera escrita en el A.T., y las otras tres como referencia de esta cita en el N.T. (Hab 2:4, Ro 1:17; Gá 3:11; He 10:38).
La Doctrina de la Salvación se basa en esta gran verdad. Las obras de la ley no salvan a nadie (Gá 2:16), y por más que el hombre trate de hacer todo lo que esté a su alcance, no llegará a satisfacer la justicia y la santidad de Dios. Todos nacemos como pecadores, y por lo tanto destituidos de Su gloria (Ro 3:23), sin esperanza y condenados para la eternidad (Ro 6:23). Dios, en Su eterno amor, envía a Jesucristo a morir por el hombre pecador, para que todo aquel que en Él llegue a creer no se pierda, más tenga vida eterna (Jn 3:16).
Es este plan de redención lo que Lutero llegó a comprender. Martín no podría llegar a satisfacer la justicia de Dios por sí mismo, tendría que depender de la obra de la justificación por medio de la fe en Cristo para hacerlo (Ro 3:22), es allí donde la gracia de Dios viene al hombre y le otorga por fe la salvación (Ef 2:8, 9), por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado (Ro 3:20).
Realmente, la Reforma Protestante nace como una “protesta” ante las falsas enseñanzas de la justificación. Fue esto lo que le llevó a Lutero a presentar sus 95 Tesis. Hoy estamos celebrando el reconocimiento de la Gracia de la Salvación y Justificación que es otorgada por la Fe en Jesús y Su redención. Este plan redentor ha existido por siempre, y será por siempre, porque cómo está escrito: “El justo por la fe vivirá”.
¿Y usted, ya encontró esa paz con Dios? ¡TODA LA BIBLIA APUNTA A LA SALVACIÓN POR LA FE EN JESÚS!
«Gracias Dios por enviar a Jesús a morir por nuestros pecados, gracias porque es mi Fe en Cristo y en su obra en la Cruz lo que me otorga la Gracia de Tu Salvación»
Romanos 5:1
“Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo;”