2 Corintios 5:14-19
“Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos. De manera que nosotros de aquí en adelante a nadie conocemos según la carne; y aun si a Cristo conocimos según la carne, ya no lo conocemos así. De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación.”
Navidad es una de las épocas del año que están llenas de colorido, emociones y anhelos. Para muchos, navidad es el tiempo de las decoraciones en las casas y las luces de color en los árboles. Para algunos, navidad es una mezcla de emociones distintas, pues unos pasarán tiempo de alegría con sus familiares alrededor de la cena, para otros será la soledad su compañera. Para otros, y especialmente para los niños, los anhelos de los regalos es lo que hacen de la navidad muy especial.
Hablando de los regalos, en muchas familias, utilizan la motivación de los regalos para fomentar el buen comportamiento de los niños. Les recuerdan que, para poder recibir un regalo especial, tienen que escribir una carta dirigida a un ser “imaginario”, esta carta debe contener una lista de presentes deseados, pero tienen que expresar en la carta que pueden ser considerados merecedores de sus peticiones por su “buen comportamiento” durante el año. Todos sabemos al final de cuenta que tal ser imaginario no existe, ni mucho menos los niños han sido gran ejemplo de buen comportamiento. Ellos sí recibirán sus regalos, pero son otorgados por sus padres, no considerando tanto su buena conducta, sino porque les place hacerlo, los aman.
El regalo de vida eterna que Dios ofrece al hombre por medio de Cristo es exactamente una dadiva inmerecida. Cristo vino a la tierra a morir por nuestros pecados por su inmenso amor (2 Co 5:14, 15). Cristo vino a dar al hombre la oportunidad de reconciliarse con Dios mediante Su sacrificio en la cruz, y mediante nuestra fe en Él justificarnos de nuestros pecados, para que “fuésemos hechos justicia de Dios en él” (2 Co 5:21).
Lo maravilloso de este regalo de reconciliación, salvación, justificación y vida eterna que Dios otorga, es que es otorgado sin merecimiento del hombre. Dios no estaba tomando “en cuenta” el pecado del hombre para reconciliarse con él (2 Co 5:19), al contrario, lo hacía por el “puro afecto de su voluntad”, porque así le placía (Ef 1:5).
La salvación es un regalo inmerecido recibido por fe, otorgado por gracia divina, y no por obras o merecimiento humano (Ef 2:8, 9). Si hablamos de regalos en navidad, la salvación es el mejor regalo que un hombre puede anhelar, no lo obtiene porque ha hecho bien durante su vida, y lo otorga un Ser real, Dios, y nos lo da porque nos ama. Lo único que el hombre requiere para obtenerlo es creerlo, comprender que no lo merece, pedir perdón por su mal comportamiento, y solicitarlo con su corazón (Ro 10:9, 10). ¡Reciba hoy el mejor regalo, el de la vida eterna, por medio de su fe en Cristo!
«Padre, gracias por darnos el regalo de la salvación sin merecerlo, solamente porque nos amas»
Romanos 6:23
“Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.