Lucas 4:1-4
“Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y fue llevado por el Espíritu al desierto por cuarenta días, y era tentado por el diablo. Y no comió nada en aquellos días, pasados los cuales, tuvo hambre. Entonces el diablo le dijo: Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan. Jesús, respondiéndole, dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra de Dios.”
Cuando tenemos que tomar decisiones, debemos recordar que cada una de ellas va afectar nuestra vida, nuestra relación con los demás y nuestra relación con Dios. Afectarán el rumbo de lo que hacemos, llevándonos a conseguir resultados que pueden ser buenos o malos. No importa cuán sencilla que pueda parecer esa decisión, siempre va a traer implicaciones en nuestras vidas.
Pero cuando estas decisiones deben ser tomadas bajo la presión de las circunstancias se requerirá actuar prontamente, sin tiempo a analizar con tranquilidad lo que sucede y las posibles opciones de decisión, es ahí donde se prueba nuestra prudencia en función de la rapidez y la seriedad del hecho. ¿Qué hacer?
Jesucristo estaba enfrentando un problema similar; había estado en el desierto por 40 días y noches sin comer “nada en aquellos días”, su cuerpo demandaba alimentarse y requería hacer algo, fue en ese momento donde el diablo en forma astuta le presenta una idea aparentemente buena, pero que tenía el propósito de tentarlo (v. 2, 3).
Si nosotros hubiéramos estado en esa misma situación talvez hubiéramos pensado por un momento, reflexionaríamos y consideráramos la idea; si pudiéramos decir que fuéramos un poco prudentes talvez hubiéramos dicho: “déjame pensarlo y buscar consejo en algún amigo a ver qué piensa de ello”. Si quisiéramos manifestar nuestra espiritualidad diríamos: “Voy a orar y pedirle a Dios que me guíe para saber qué debo hacer, y después sabré que responderte diablo”. Aunque todo esto está bien, y es necesario, hay respuestas que no deben ser ni pensadas ni consultadas; esas respuestas deberían estar ya presentes en nuestro corazón y constantemente en nuestras mentes. Deberíamos responder con algo sencillo, pero poderoso: “Mira diablo, sé lo que dices, pero «escrito está…»”
Rápido, directo, claro, específico, significativo y correcto. Muchas de nuestras respuestas a las interrogantes que se nos presentan en el día a día están en la Palabra de Dios, y si la Biblia estuviera en nuestros corazones, saltarían las respuestas inmediatamente a nuestra mente dándonos la dirección a tomar sin temor a equivocarnos y con el propósito de bendecirnos y guiarnos al bien.
Santiago nos dice que bienaventurada es la persona que “soporta la tentación” que viene de la prueba (Stg 1:12). Cada momento crítico en nuestra vida es una prueba que nos enfrenta ante las opciones de pecar o hacer lo bueno ante Dios. Si la Biblia estuviera en nuestras vidas, Ella de por sí nos ayudaría a tomar la dirección adecuada y pronta. No necesitaríamos que meditar o consultar.
Si la prueba le lleva al punto de mentir o decir la verdad, ya sabe la respuesta. Si tiene que hacer algo indebido, no tiene por qué pensar en ello, haría lo que Dios espera. Muchas de nuestras respuestas son obvias y claramente expresadas en la Biblia. La próxima vez que enfrente una prueba y tenga que responder, solamente diga con confianza: “Escrito está…” y de seguro le irá bien ante Dios, y Él le bendecirá. Solo recuerde, escrito ya está.
«Gracias Señor por Tu Palabra, guía fiel y buena a mi vida»
Salmos 119:11
“En mi corazón he guardado tus dichos, Para no pecar contra ti.”
Dios mio es verdad qe aveces soy tentada con muchos pecados ayudame a segirme firme y estar con Dios eres mi padre celestial no permitas qe los plocle.as me ben porfabor padre ayudame Amen mi Rey .
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