Jueces 15:20-16:6
“Y juzgó a Israel en los días de los filisteos veinte años. Fue Sansón a Gaza, y vio allí a una mujer ramera, y se llegó a ella. Y fue dicho a los de Gaza: Sansón ha venido acá. Y lo rodearon, y acecharon toda aquella noche a la puerta de la ciudad; y estuvieron callados toda aquella noche, diciendo: Hasta la luz de la mañana; entonces lo mataremos. Mas Sansón durmió hasta la medianoche; y a la medianoche se levantó, y tomando las puertas de la ciudad con sus dos pilares y su cerrojo, se las echó al hombro, y se fue y las subió a la cumbre del monte que está delante de Hebrón. Después de esto aconteció que se enamoró de una mujer en el valle de Sorec, la cual se llamaba Dalila. Y vinieron a ella los príncipes de los filisteos, y le dijeron: Engáñale e infórmate en qué consiste su gran fuerza, y cómo lo podríamos vencer, para que lo atemos y lo dominemos; y cada uno de nosotros te dará mil cien siclos de plata. Y Dalila dijo a Sansón: Yo te ruego que me declares en qué consiste tu gran fuerza, y cómo podrás ser atado para ser dominado.”
Una de las grandes debilidades en el liderazgo es la falta de control sobre las pasiones. Un gran líder puede ser derrotado fácilmente cuando sus pasiones son descubiertas y no hace nada para protegerse de ellas.
Sansón llevaba ya veinte años liderando al pueblo de Israel con la ayuda de Dios (Jue 15:20). Este nazareo había sido elegido por Dios para juzgar a los filisteos (Jue 14:4), pero siendo el hombre más fuerte del mundo tenía una gran debilidad que lo llevó a la destrucción.
La pasión por las mujeres llevó a Sansón a enfrentar grandes problemas. Fue traicionado por su suegro pagano (Jue 15:1-2); los enemigos utilizaron a las mujeres para destruirlo (Jue 14:15-17; 16:2, 5); el sucumbía fácilmente ante sus seducciones a pesar de las malévolas intenciones de ellas (Jue 16:10, 13, 15); su espíritu era afligido a medida que se entregaba más al pecado (Jue 16:16); entregó su compromiso con Dios por las lujurias (Jue 16:17); y perdió su poder e influencia, que venía de Dios, a causa de su constante enfriamiento espiritual (Jue 16:19, 20).

Abraham y David también cayeron en las pasiones sensuales (Gn 16; 2 S 11); Noé dejó que el vino lo llevara a la vergüenza (Gn 9:18-29); Lot se alejó de las bendiciones de Dios por la inicial codicia que lo condujo a horrores sexuales (Gn 13:8-13; 19:1-9). Todos somos expuestos a tentaciones, y si no cuidamos de nuestras pasiones, entonces ellas se encargarán de nosotros.
Un buen líder debe conocer sus debilidades, y con la ayuda de Dios debe cuidarse para vivir alejado de ellas. Recordemos que entre más cerca estemos de las tentaciones más fácilmente caeremos en los pecados. Bien le dijo Pablo a Timoteo que huya “también de las pasiones”, indicándole que ese enemigo debe estar lejos de él; pero también añadió que debería seguir junto a quienes con “corazón limpio invocan al Señor” (2 Ti 2:22). Timoteo debía rodearse de personas que lo exhorten, lo animen y le den la mano, para que juntos sigan a Dios. Un buen líder debe aprender a buscar relaciones que le edifiquen, no que le compliquen.
«Amedrento (atemorizo) mi propia naturaleza animal, y no la trato como mi amo sino como mi esclavo» – A. S. Way
1 Corintios 10:12
“Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga.”
