Por nosotros.
2 Corintios 5:21
“Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.”
Se le llama sustituto a la persona que hace las veces de otra en un empleo u otra actividad ocupando su lugar o función. Generalmente este sustituto, al intervenir en el puesto asignado temporalmente, desarrolla su función en menor grado que el esperado por la persona original, puesto que no desarrolla esa acción de forma regular, es por ello que la tarea que cumple puede llegar a ser inferior.
Hubo alguien que cumplió la función de sustituto, pero Éste sustituto, al contrario de lo común, llenó las expectativas más allá de lo esperado y con un resultado completamente diferente. El Sustituto es Cristo y el suplantado el hombre pecador.
El hombre estaba en pecado y en camino a la condenación, la sentencia estaba ya establecida por Dios y solamente se esperaba el cumplimiento de ésta. Pero Dios, en Su infinita misericordia, deseando manifestar su inmenso amor hacia el hombre envía en sustitución a Cristo a morir por nuestros pecados, para que podamos ser justificados a través de la sangre del Único que podía librarnos de la condenación (Romanos 5:8-9).
No solamente que libró al hombre de su condenación, sino que el papel que cumplió en la Cruz fue superior al nuestro, puesto que, siendo Perfecto, tomó el lugar del hombre pecador. Para poder cumplir este plan de redención y justificación del hombre, necesitaba cumplir una tarea que lo degradaría judicialmente, ya que sin ser culpable aceptó la culpa ajena y la tomó como Suya: “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado”.
Yendo más allá, se hizo maldición. En la ley de Moisés estaba contemplado que el culpable de pecado digno de muerte podía ser colgado en un madero como señal de castigo, y se lo hacía públicamente para demostración hacia los demás de las consecuencias del pecado. Todo aquel que era colgado, era considerado maldito (Deuteronomio 21:22, 23). Cristo, al morir en la Cruz fue hecho maldito por nosotros para redimirnos de la maldición de la ley (Gálatas 3:13).
La sustitución fue aún mayor, ya que quien había pecado era el hombre creado, y para salvarlo el mismo Creador (Colosenses 1:16) se hizo hombre para morir por nosotros. Para hacerlo se humilló a Sí mismo, no estimó su Deidad como impedimento para cumplir el plan de redención, y despojándose de su Suprema posición, tomó la forma de siervo, para en obediencia llegar a la muerte de Cruz (Filipenses 2:5-8).
Jesucristo fue un sustituto en todas las formas superior al suplantado. Cuando se encontraba frente a Pilato, el Señor, en vez de evitarlo, en forma decidida aceptó tomar la posición de Barrabás silenciosamente. Pudiendo presentar defensa y librarse, calla sin presentar argumento para morir por nosotros. Mientras enfrentó el interrogatorio de Pilato le responde con una afirmación que resume el propósito de su venida: “Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo”. Jesús había nacido para salvar al hombre y “para dar testimonio de la verdad” (Juan 18:37).
Navidad es celebrar el nacimiento de Aquel que se hizo pecado y maldición para morir en forma sustitutoria por el hombre pecador y otorgarle salvación.
«Gracias Jesucristo por nacer para tomar mi lugar»
Lucas 2:10-11
“Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor.”