Hechos 7:19-27, 35-37
“Este rey, usando de astucia con nuestro pueblo, maltrató a nuestros padres, a fin de que expusiesen a la muerte a sus niños, para que no se propagasen. En aquel mismo tiempo nació Moisés, y fue agradable a Dios; y fue criado tres meses en casa de su padre. Pero siendo expuesto a la muerte, la hija de Faraón le recogió y le crió como a hijo suyo. Y fue enseñado Moisés en toda la sabiduría de los egipcios; y era poderoso en sus palabras y obras. Cuando hubo cumplido la edad de cuarenta años, le vino al corazón el visitar a sus hermanos, los hijos de Israel. Y al ver a uno que era maltratado, lo defendió, e hiriendo al egipcio, vengó al oprimido. Pero él pensaba que sus hermanos comprendían que Dios les daría libertad por mano suya; mas ellos no lo habían entendido así. Y al día siguiente, se presentó a unos de ellos que reñían, y los ponía en paz, diciendo: Varones, hermanos sois, ¿por qué os maltratáis el uno al otro? Entonces el que maltrataba a su prójimo le rechazó, diciendo: ¿Quién te ha puesto por gobernante y juez sobre nosotros? […] A este Moisés, a quien habían rechazado, diciendo: ¿Quién te ha puesto por gobernante y juez?, a éste lo envió Dios como gobernante y libertador por mano del ángel que se le apareció en la zarza. Este los sacó, habiendo hecho prodigios y señales en tierra de Egipto, y en el Mar Rojo, y en el desierto por cuarenta años. Este Moisés es el que dijo a los hijos de Israel: Profeta os levantará el Señor vuestro Dios de entre vuestros hermanos, como a mí; a él oiréis.”
¿Alguna vez le ha sucedido que ha rechazado ayuda, consejo, u la participación de alguna persona a su favor, para luego darse cuenta de que lo rechazado era exactamente lo que necesitaba? Eso debió haberle parecido al hombre que maltrataba a su hermano israelita, y que rechazó el consejo y la autoridad de Moisés (Hch 7:23-27).
Moisés es otro de los personajes de la Biblia que tipifican la Persona de Jesucristo. Desde su mismo nacimiento en un hogar sencillo, su protección durante su infancia a causa de un tirano gobernante (Hch 7:19-21; Mt 2:13-22), su crecimiento en conocimiento y sabiduría (Hch 7:22; Lc 2:52), sobre todo, en su propósito de vida para ser instrumento de liberación del pueblo de Israel (Hch 7:30-36; Lc 1:54-55, 68-75).
Pero hay tres características más que sobresalen: La autoridad, el poder, el mensaje.
Moisés fue rechazado inicialmente por el pueblo al no considerarlo digno de ser “gobernante y juez sobre” ellos (Hch 7:27). El pueblo de Israel estaba bajo la tiranía egipcia, y eso los hacía rebeldes ante cualquier otro que deseara manifestar autoridad. Jesús vino a la tierra, y siendo Dios fue rechazado por el mismo pueblo, porque no querían Su autoridad (Mt 21:23).
Moisés tuvo el gran privilegio de anunciar las plagas que llegaron en contra de Faraón y Egipto para que dejaran ir al pueblo en libertad (Hch 7:36). Jesucristo hizo prodigios y señales maravillosas ante todos, no con el propósito de liberarlos de Roma, sino para que, por fe en Él, el pueblo pueda ser liberado del pecado y la condenación (Jn 20:30, 31).
Moisés vino con el mensaje de liberación dado por Dios para Israel, y posteriormente trajo la Palabra de Dios escrita en piedra, y luego en los 5 primeros libros de nuestra Biblia. Mientras que Jesucristo, la Palabra de Dios encarnada (el “Verbo”), habitó entre nosotros (Jn 1:1, 14), y es a Su Persona a quien Dios, en revelación dada a Moisés, indicó que sería el Mensajero a quien todos deberían escuchar (Dt 18:15; Hch 7:37).
Jesucristo vino como Profeta con poder trayendo el mensaje de Dios, las buenas nuevas de liberación (Mt 11:5; Lc 4:16-21), y es a Él a quien todo hombre debe poner atención y creer.
«Jesucristo, Tu Palabra es verdad eterna que trae liberación al alma sin esperanza»
Juan 5:24
“De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.”