Lucas 6:46-49
“¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo? Todo aquel que viene a mí, y oye mis palabras y las hace, os indicaré a quién es semejante. Semejante es al hombre que al edificar una casa, cavó y ahondó y puso el fundamento sobre la roca; y cuando vino una inundación, el río dio con ímpetu contra aquella casa, pero no la pudo mover, porque estaba fundada sobre la roca. Mas el que oyó y no hizo, semejante es al hombre que edificó su casa sobre tierra, sin fundamento; contra la cual el río dio con ímpetu, y luego cayó, y fue grande la ruina de aquella casa.”
Existe una notable diferencia entre las personas que construyen o edifican estructuras. Es muy conocido que entre más se cave mayor será el fundamento de la edificación. ¿Podría imaginarse construir un edificio de cien pisos sin haber cavado un centímetro de terreno para poner sus bases? ¿Y qué hay de una casa en un peñasco arenoso? Es obvio que ninguno de ellos se sostendrá lo suficiente, cada uno de ellos caerá irremediablemente ante cualquier embate de la naturaleza.
Jesucristo hace esta analogía para mostrarnos la necesidad de edificar nuestra vida en la obediencia. Hace la comparación entre la persona que edifica sobre la arena y la que lo hace sobre una roca (Mt 7:24-27), la posibilidad de mantener firme una vida próspera se basa en el fundamento, y el medio para fundar nuestra vida está en la obediencia a la Palabra de Dios.
Una persona obediente pone los fundamentos de su vida sobre la guía de Dios, Su soberanía y sabiduría; la persona que no obedece pone esos fundamentos en su propia prudencia. A los primeros el Señor los llama prudentes, mientras que a los otros los llama insensatos (Mt 7:24, 26).
Solamente en el Evangelio de Lucas encontramos unos verbos que implican algo más que simple obediencia, estas palabras demuestran además esfuerzo, determinación y entendimiento: “cavó y ahondó y puso” (Lc 6:48). La persona prudente entiende que se necesita esforzarse para cavar, se requiere determinación para cavar hondo, y se requiere entendimiento para saber dónde poner el fundamento.
La obediencia a Dios requiere esfuerzo para hacer tal cual Él nos pide que hagamos. Muchas veces este esfuerzo demanda constancia, paciencia, confianza y sometimiento a la voluntad de Dios. No todo lo que el Señor espera de nosotros es sencillo, pero si es provechoso. Juan, en su Primera Carta, nos dice que los “mandamientos” de Dios “no son gravosos” (1 Jn 5:3), queriéndonos decir que no son tan pesados de cargar ni duros de cumplir, al contrario, son sencillos cuando entendemos lo beneficiosos que son, y es ese entendimiento lo que nos motivará a cumplirlos, a cavar, hondar y colocar nuestro fundamento sobre la roca.
¿Quiere tener una vida próspera? Escuche a Dios, esfuércese por cumplir Su voluntad, y verá como su vida estará colmada de bendiciones. ¿Quiere una vida calamitosa? Siga su propio parecer y la obtendrá.
«Señor, ayúdame a escuchar, entender y practicar solamente Tu voluntad»
Proverbios 3:5
“Fíate de Jehová de todo tu corazón, Y no te apoyes en tu propia prudencia.”
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Estos devocionales son gratuitos.
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Saludos, estos son meditaciones de la Palabra de Dios, pero no es devocional. Lamentablemente no estamos escribiendo diariamente para poderlos ofrecer como devocionales. Lo sentimos!
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