Estos dos versículos nos enseñan que la obediencia es importante, que debemos mantener el enfoque en lo eterno, y que lo temporal y vano pasará sin mucho valor irremediablemente. Lecciones prácticas que son válidas para nuestros días.
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Entrega es confianza y amor
Un acto tal solamente puede darse cuando alguien ama y confía, es una entrega absoluta. En nuestra relación con Dios debería haber tal confianza del cuidado de Dios que no nos deberíamos detener a pensar en lo que no tenemos, si no, en lo que sí podemos hacer para Él; y al hacerlo le estamos mostrando nuestro amor, que Él es nuestro todo.
¡Créelo!
No olvidemos que todos los discípulos habían sido testigos de muchos milagros que el Señor había hecho en estos tres años, pero era evidente que todavía tenían dudas en cuanto al poder de Dios, aún les faltaba fe.
Arreglo divino
En nuestra vida, todos debemos mirar la soberanía de Dios y confiar en Su voluntad y obedecer. Dios tiene todo divinamente arreglado para cumplir con Sus planes, y si nosotros seguimos con fe sus directrices, podemos confiar en que todo saldrá tal cual Él lo ha previsto.
Teniendo una fe como de “niño”
En cuanto a nosotros, los jóvenes y adultos, para poder entrar en el reino debemos tener esa fe de un niño (Mr. 10:15). Debe ser confiada, que genera dependencia de Aquel a quien confiamos; debe ser sencilla, porque no llega con tantos cuestionamientos ni prejuicios para poder aceptar la salvación abiertamente; y debe ser humilde, porque reconoce que no hay nada en uno mismo que le permita obtener esa salvación por méritos propios.
Restauración paulatina
Dios es soberano, poderoso y sabio, y cómo Él obre está bajo Su voluntad, y en esta verdad podemos descansar confiados. ¡Dios sabe lo que hace!
Un toque de Su poder
Todos podemos venir con confianza ante Dios para pedir que nos brinde esa sanidad física que tanto deseamos, pero, sobre todo, todos podemos venir confiados también a pedir que nos sane espiritualmente de todo mal que nos afecte, no importa cuán grave este mal sea.
¿Tiene Él cuidado de mí?
Muchas veces esas mismas “tormentas” son lecciones que Dios permite para que aprendamos a transformar nuestro conocimiento en una convicción. Es a través de las experiencias en donde desarrollamos la fe.
