Dios nos da para dar

Algo así como el niño de 4 años que va a la iglesia con el padre de familia, y que cuando viene el momento de la recolección de las ofrendas, el papá le da una moneda al niño para que lo ponga junto a las demás ofrendas. El niño se emociona dando el dinero, pensando en sí que lo que hizo fue algo muy bonito, pero a la final quien dio fue el padre, pero quien llevó el reconocimiento de todos los presentes ante los ojos del niño, fue el niño mismo.

Generosa, voluntariosa y alegre ofrenda

La ofrenda siempre es una buena manera de ayudar, y debemos dar gracias a Dios, quien nos permite ser de bendición usándonos como instrumentos de Su obra y carácter en favor de los demás; esto nos motivará a recordar que nuestro dar u ofrendar es para nosotros de gran bendición.

¿En quién confiaremos al dar?

El servir a Dios es una gran bendición que tiene también una gran responsabilidad. Cuando se trata de diezmos y ofrendas, las iglesias no debemos escatimar esfuerzos y medidas que vayan a prevenir cualquier inconveniente que pueda provocar daños muy grandes dentro de las congregaciones. Aunque todos los que sirven al Señor deben ser creyentes responsables, debemos recordar que todos seguimos expuestos al pecado, y por esto, debemos establecer pautas que eviten al máximo cualquier duda o inconveniencia.

Dar con voluntad y disponibilidad

En el principio de dar son varias las áreas que se deben considerar. No solo está el dar con generosidad y amor, sino que también se debe dar de acuerdo con las posibilidades propias de cada uno.

Creciendo en la “gracia” de dar

La madurez espiritual es el deseo de Dios para cada creyente, y por eso debe ser nuestra meta constante y creciente. Cada uno de nosotros tenemos diferentes áreas que deben ser fortalecidas, y en algunas áreas tenemos mucho más trabajo que hacer comparado con otras. La falta de crecimiento en el área del dar y de la generosidad es una muy común dentro de la iglesia de Cristo.

El dar, una “obra de gracia”

El corazón generoso viene como el resultado de una vida desprendida y altruista. Una vida que no se forja en el egoísmo o egocentrismo. La codicia y avaricia viene cuando la persona piensa solo en sí misma, mientras que un corazón dadivoso y generoso tiene su fuente en el amor verdadero. Dios es el único que puede ayudarnos tener ese corazón, cuando alineamos nuestra vida a Su carácter.

No insistamos, no hay comunión – Parte II

Decisión urgente (7:1b): La decisión que debemos tomar debe ser firme. No podemos ignorar la enseñanza de la Palabra de Dios. Si queremos agradar al Señor tenemos que tomar su llamado urgentemente. Las relaciones con incrédulos nunca van a edificarnos, al contrario, siempre nos llevará al detrimento de nuestra santidad y de nuestra comunión con Él. Apartarse es la única opción sabia y santa que tenemos, y esa decisión debe ser tomada seria y urgentemente. Si queremos disfrutar de las promesas de Dios en Su relación con nosotros, debemos seguir Su voluntad sin titubear.

No insistamos, no hay comunión – Parte I

Mientras estemos en este mundo todos estaremos rodeados de personas que aún no han puesto su fe en Jesucristo. Esta realidad nos pone en una verdad que evidentemente está marcada por una diferencia abismal. Si bien todos somos personas creadas por Dios, y todos somos pecadores, la diferencia se marca en la condición espiritual en la que nos encontramos ambos grupos, y que es completamente distinta.