Por tu bien erradica la maldad de ti

La necesidad de santificación es enseñada en toda la Palabra de Dios, y Ésta nos llama a que, si es necesario, echemos fuera de nosotros (figurativamente) aún nuestros ojos o manos, si el pecado nos está afectado (Mt. 5:29-30).

¿Consagrarlo a Dios para ser destruido?

Dios es santo y justo, sus caminos rectos, y sus propósitos eternos; seguirle a Él demanda entender que el Señor sabe lo que hace, y nosotros debemos honrarle con nuestra obediencia plena, no a medias.

Una fe que salva

Lo único que nos pueda otorgar perdón es la gracia y la misericordia de Dios por medio de la fe. La fe nos justifica (Ro. 5:1), nos otorga el perdón (Hch. 26:18), nos da vida eterna librándonos de la condenación (Jn. 3:16-18, 36), y nos permite entrar en la familia de Dios (Jn. 1:12).

¿Hasta cuándo la falta de arrepentimiento?

La falta de arrepentimiento es un factor crucial en la falta de madurez. Un creyente inmaduro, por su falta de una apropiada relación con Dios, y por permitir que su carnalidad se manifieste constantemente, hace que él mismo no pueda discernir apropiadamente las cosas espirituales. No solo que no ve al pecado como debería hacerlo, sino que no puede discernir correctamente las enseñanzas ni a las personas que enseñan (1 Co. 3:2; Ef. 4:14; He. 5:11-14; 13:9).

Declarado Dios por Su resurrección

Cristo Jesús, siendo Dios, no se limitó a su deidad ni se aferró a ella (v. 6), sino que decidió hacerse “siervo”, uno que sometía su voluntad para hacer la voluntad de otro para obedecer (v. 7). Jesús venía a la tierra al hacerse Hombre para someterse a la voluntad del Padre y así llegar a la muerte sacrificial en la “cruz” (v. 8).

El Siervo obediente que se humilló

Cristo Jesús, siendo Dios, no se limitó a su deidad ni se aferró a ella (v. 6), sino que decidió hacerse “siervo”, uno que sometía su voluntad para hacer la voluntad de otro para obedecer (v. 7). Jesús venía a la tierra al hacerse Hombre para someterse a la voluntad del Padre y así llegar a la muerte sacrificial en la “cruz” (v. 8).

El Siervo que llevó mi pecado

Un autor le llamó el Siervo Traspasado, porque eso es exactamente lo que le pasó, Jesucristo fue traspasado en su costado después de que había muerto en la cruz (Jn. 19:31-35). Esto fue lo último cruento que hicieron con el cuerpo del fallecido Siervo. Pero ¿por qué tanto dolor y sufrimiento?

El regalo de la libertad y la vida

Ser esclavo de alguien y destinado a muerte sin posibilidades nuestras de librarnos de ello es ya terrible como idea, pero el estar realmente esclavo y destinados a la muerte eterna y no saber que lo estamos es aún peor. Vivir una condición horrenda y sin saberlo es realmente dramático.