Jesús se presentó en el estrado de la corte celestial como culpable por nosotros, y en la cruz pagó por nuestro pecado con su vida derramando su sangre. Dios, en su voluntad, determinó que Jesús muera como “propiciación” por nosotros (Ro 3:25); es decir, la justicia y la santidad de Dios demandaba el pago de nuestras injusticias, y la sangre de Cristo calmó la ira santa de Dios.
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“Ni le dieron gracias…”
No permitamos que la ingratitud invada nuestro ser llevándonos a pecar contra Dios y a desconocer sus favores que son infinitos. Reconozcamos a Dios cada día, démosle gracias por cada favor que recibimos, y aún por las cosas que no nos ha dado, pues Él sabe bien qué hace y porqué lo hace.
¿Ha considerado las misericordias de Dios?
Las infinitas misericordias de Dios manifestadas en Cristo y Su obra redentora son dignas de nuestra sincera adoración.
¿La ira venidera?
Mateo 3:1-2, 7-8 “En aquellos días vino Juan el Bautista predicando en el desierto de Judea, y diciendo: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado. […] Al ver él que muchos de los fariseos y de los saduceos venían a su bautismo, les decía: ¡Generación de víboras! ¿Quién os enseñó a huirSigue leyendo «¿La ira venidera?»
