La enseñanza de la resurrección nos alienta a mirar hacia lo eterno. ¿Podría imaginarse una vida finita, sin esperanza de una eternidad? Que terrible sería. Lo cierto es que sí hay resurrección y sí hay eternidad, y esto nos motiva a mirar hacia lo que está por venir.
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¿Cómo será nuestro cuerpo en la eternidad?
Muchos misterios hay tras la verdad de la resurrección, y aunque la Biblia nos da respuestas a muchas de las preguntas sobre el tema, lo cierto es que no nos da toda la información al respecto.
“Desde la antigüedad lo había planeado”
Para los que somos hijos de Dios, esto implica una belleza indescriptible, porque el mismo que nos llama sus hijos es quien tiene en sus manos, los finos hilos del destino humano, tiene el poder de comenzar o terminar su plan, de librarnos de cualquier amenaza que se revele contra nosotros y que nos asegura protegernos hasta que recibamos la herencia de gloria que Él nos tiene reservada (1 P. 1.4).
Respondiendo sabiamente ante las amenazas
Estas tres cosas debemos hacer para enfrentar las amenazas de la vida: 1. Acercarnos a Dios en oración, 2. Recordarnos quién es nuestro Dios y adorarlo por ello, y 3. Pedir, pensando en su gloria, más que en nuestro bienestar y comodidad.
Recordando dignamente Su sacrificio
Todo creyente que ha sido bautizado puede participar de esta ordenanza, misma que debe ser recibida dignamente, porque con ella recordamos lo que el Hijo de Dios hizo por nosotros para salvarnos. Digno de juicio y de muerte es todo aquel que lo llega hacer indignamente sin discernir de lo que está participando. (v. 27-31)
Una insignia del creyente
La ira, los pleitos, el egoísmo, el odio, el rencor, la mentira, el orgullo, etc. son manifestaciones del pecado que afectan nuestra manera de comportarnos con los demás, y mientras ello exista en la iglesia los problemas no dejarán de existir. ¡Por eso es urgente que todos crezcamos ya!
¿Cómo responder a las amenazas de la vida?
Esta historia se parece a nuestra realidad porque todos enfrentamos diariamente amenazas de todo tipo a nuestra vida, la enfermedad, la economía, la injusticia, los enemigos, etc…; pero debemos entender que como pueblo de Dios, su nombre esta puesto en nosotros, y por ende, no estamos solos enfrentando el mundo, sino que Dios está tan involucrado con nosotros, que no permitirá que su nombre sea deshonrado.
Todos adoramos algo
Este ejemplo de Idolatría entre el pueblo de Dios es una exhortación a nosotros como pueblo santo. Porque como seres adoradores por naturaleza, todos somos llamados a adorar a Dios, sometiéndonos a su palabra, creyendo en ella y obedeciéndola. La pregunta es: ¿Nuestra vida adora a Dios?
