La ignorancia acerca de los dones

Aunque la palabra “ignoréis” significa literalmente desconocimiento, muchas veces los creyentes en forma voluntaria “ignoran” de los dones espirituales, no por falta de entendimiento que ellos existen, sino porque no les interesa saber sobre ellos ni llegan a conocer cuáles son los dones que cada uno tiene, y ese es un acto doloso, es decir, son culpables por omisión voluntario de acto.

Llamadle “Señor”

Llamar “Señor” a Jesús es decirle que Él es el amo y dueño de todo lo que existe, incluyendo nuestras propias vidas. Es reconocer que Él tiene el poder sobre todo, y ésta verdad obviamente es algo que Satanás y sus demonios siempre han querido negar, y por tanto maldecir.

Recordando dignamente Su sacrificio

Todo creyente que ha sido bautizado puede participar de esta ordenanza, misma que debe ser recibida dignamente, porque con ella recordamos lo que el Hijo de Dios hizo por nosotros para salvarnos. Digno de juicio y de muerte es todo aquel que lo llega hacer indignamente sin discernir de lo que está participando. (v. 27-31)

Una insignia del creyente

La ira, los pleitos, el egoísmo, el odio, el rencor, la mentira, el orgullo, etc. son manifestaciones del pecado que afectan nuestra manera de comportarnos con los demás, y mientras ello exista en la iglesia los problemas no dejarán de existir. ¡Por eso es urgente que todos crezcamos ya!

Participando apropiadamente

Todos debemos ser buenos atletas para el Señor que corremos “en el estadio” de esta vida frente a un público que mira detenidamente nuestro desempeño apropiado, y de esta forma poder llevar el evangelio a toda persona sin que el pecado nos descalifique.

La causa es ganar a uno

En un mundo cada día más cosmopolita, la necesidad que cada creyente mire a las personas que están sin Cristo como un alma sin esperanza, debe llevarnos al deseo de querer adaptarnos, dejando nuestras tradiciones o apreciaciones, para poder compartir el evangelio con aquellos que no conocen a Jesús.

No es iniciativa nuestra

Todo creyente debe entender que la predicación del evangelio debe ser llevada a cabo porque es una obligación que tenemos que cumplir ante Dios. A lo largo de la Biblia vemos una y otra vez que nos ha sido dada la responsabilidad de predicar “el evangelio a toda criatura” (Lc. 16:15). Esta responsabilidad nos debe impulsar a cumplirla a cabalidad.

Velando por Sus siervos

Cada creyente debemos estar agradecidos por aquellos pastores y misioneros que han servido al Señor, y por medio de quienes Dios nos ha bendecido con sus vidas, cuidados y enseñanzas. A la verdad, todos nosotros somos el resultado de amor y esfuerzo de algún siervo de Dios que ha dado de su tiempo y amor para que nosotros podamos conocer a Dios y a Su Palabra, y crecer en Él.