El saber que todos tenemos una misma fe nos pone en una condición de unidad y amor. Saber que somos hijos de un mismo Padre, que una misma fe nos cobija en la salvación en Cristo, y que ahora todos tenemos al Espíritu Santo morando en nosotros nos hace actuar en una nueva naturaleza de una forma no conocida en el mundo.
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Libertad sabia
En Cristo tenemos libertad para hacer algunas cosas que no afectan nuestra relación con Dios, pero si alguien mira esa libertad como inapropiada, debemos, por amor a esa persona evitarlo. La Biblia nos recuerda que no debemos “poner tropiezo u ocasión de caer al hermano”, antes bien, que “sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación”. (Ro. 14:13, 19)
Envanecimiento, el peligro del conocimiento
El principio del amor nos enseña que cada persona debe actuar en consideración al hermano, no mirando su propio bienestar, sino el de los demás (Ro. 14:15). Además, un conocimiento sincero y puro de Dios debe transformarnos a actuar con humildad, mirando con sencillez la debilidad de los demás y considerándolos como más valioso que uno (Fil. 2:3-5).
Perdonado
Recordemos que no perdonar tiene un costo que se paga en nuestra relación con Dios, no en tu salvación, pero si en Su trato contigo, porque la falta de perdón pone un obstáculo entre Su gracia y tú.
Correcciones en las relaciones
Una de las ligaduras más poderosas y destructivas para el creyente son las relaciones con personas no creyentes. Este ha sido un problema muy serio desde los inicios, y aún en el Nuevo Testamento se habla de ello (2 Co. 6:14 – 7:1).
En la división hay destrucción
Todos somos llamados a ser pacificadores, reconciliadores, perdonadores, etc. La unión hace la fuerza, dice un dicho popular, mientras que la división destruye.
Pero si andamos en luz
“El pecado aleja al hombre de Dios y de su prójimo. Desbarata la vida y aumenta la confusión. En vez de paz, hay discordia; en vez de armonía, desorden; y en lugar de comunión, enemistad” (Kistemaker, S. J).
¡Qué agradable!
Debemos perseverar en el amor y en la hospitalidad, no solamente con quienes nos visitan, sino entre nosotros mismos.
