Santificando un día para el Señor

Para el creyente, el guardar un día para el Señor es igualmente importante. Ese día debe reunirse en la iglesia para adorar junto al pueblo de Dios, servir en el Cuerpo de Cristo, y compartir entre creyentes y familiares. Ese día debería ser enfocado para regocijarse en Dios por todo lo que Él ha hecho.

El peligro del rechazo

El rechazo a Jesús fue el medio que Dios permitiría para que nuestro Salvador llegue a la cruz. Si hubieran aceptado al Mesías, Su muerte no se hubiera dado. Dios había enviado a Jesús en el momento más frívolo de la vida espiritual de Israel para brindar salvación a todos nosotros.

De nuestro lado

Los discípulos estaban discutiendo las posibilidades que ellos tenían de alcanzar puestos importantes cuando el Señor Jesús venga en Su reino. Esto fue algo que afectó varias veces a Sus seguidores. Jesús les recuerda que ese pensamiento no es apropiado. Él vino a servir, y con ese ejemplo debemos vivir enfocados.

¿Y usted qué respondería?

El reconocer a Jesús como Cristo es una obra que no puede ser entendida humanamente. El hombre natural no percibe las cosas de Dios (1 Co. 2:13-16), por eso Jesús le expresó a Pedro que esta verdad no pudo haber venido de su entendimiento humano, tuvo que Dios revelarlo. Jesús había sido enviado por Dios para darle a conocer, y para salvar al hombre.

Prestos para predicar

¿Ya está cumpliendo la tarea designada? Así como los discípulos, fueron prestos para cumplirla, el Señor espera la misma diligencia en nuestras vidas. Jesús nos ha prometido Su presencia y la obra del Espíritu Santo. “La tarea dada en la Gran Comisión no ha cambiado, lo único que ha cambiado con el tiempo son los actores, o sea, usted, yo y los que están a nuestro alrededor.” – Ministerio UMCD –

Efecto resultante

La Palabra de Dios nos dice que no se buscan simples “dádivas, sino… fruto que abunde en vuestra cuenta”. Lo que el creyente da es resultado de una fuerte y sana relación con Dios, algo que es considerado como parte de su participación en el reino, es de ello que Pablo se gozaba, pues veía que los creyentes en Filipos estaban madurando al participar en el reino a través de las ofrendas.

De lo Suyo entregamos

Los misioneros, las nuevas obras, los diferentes ministerios en las iglesias, y el pago digno al pastor, todo requiere de recursos de Dios para ser usados para Su gloria. Nada es mío, ni suyo, ni nuestro, ni de ellos; todo le pertenece a Él.