¿Cómo conseguir una buena vida?

Todos queremos una buena vida, una vida tranquila, llena de paz y armonía, donde la congoja del mal no nos aflija, ni la tristeza del castigo nos alcance. Este tipo de vida no es una utopía, como muchos lo creen, al contrario, si la Biblia no nos alentara a alcanzarla, entonces sí podríamos decir que no es posible.

La sabiduría puede ser alcanzada

Toda sabiduría, conocimiento, inteligencia se encuentra en Dios, y es Él quien otorga este tesoro invaluable a quienes realmente desean alcanzarlo (vv. 6-8). Mediante el conocimiento de Dios y de Su sabiduría y voluntad expresadas en Su Palabra, el Señor va a ir renovando nuestro entendimiento, y así nuestro comportamiento va siendo transformado mientras alcanzamos más sabiduría (Comp. Ro. 12:2).

Autoridad y sumisión

Dios ha establecido un orden en la cadena de autoridad y sometimiento que ayuda al debido desarrollo de la vida en todo sentido, y ese orden da al hombre y a la mujer derechos y responsabilidades que deben ser apropiadamente llevadas para dar buen testimonio ante los hombres y los ángeles, pero, sobre todo, para agradarlo a Él.

El anhelo sublime del creyente

Nuestra vida debe reflejar el carácter del Señor, y para ello Dios usa varias vías para ayudarnos a crecer. La obra del Espíritu Santo, la Palabra de Dios, las pruebas, las disciplinas, la iglesia, otros creyentes y más, son los medios por los cuales Dios va forjando el carácter de Su Hijo en cada creyente, pero es el creyente quien debe alinearse con la voluntad de Dios y desear alcanzarlo.

¡Hazme bien!

Para obedecer a Dios necesitamos tener un compromiso a obedecer (v. 17), una capacidad espiritual dada por Dios para entender Su voluntad (v. 18), y un deseo profundo de escuchar a Dios en “todo tiempo” (v. 20). Una vida de obediencia siempre estará colmada de otras bendiciones.

Dios, satisfacción del alma – “TAÑENDO CUERDAS” AL SEÑOR (XXII)

Hasta los días de Jesús, el único lugar a donde los hombres podían acercarse a adorar a Dios era el templo. Pero desde Su muerte en la cruz, y con la ruptura del velo del templo que separaba el Lugar Santísimo (Mt 27:51), el Señor nos ha abierto un “camino nuevo y vivo” para acercarnos en confianza para adorarle por medio de su “sangre”. Ya el hombre no requiere presentarse a la ciudad santa, ahora en donde se encuentre puede adorar al Señor con “plena certidumbre de fe” (He 10:19-22).

Inclinándonos a Su voluntad (VIDA DE ORACIÓN VII)

“Hágase tu voluntad” no es una frase que el Señor Jesús nos dio solamente como patrón para nuestra oración, sino que, con su muerte, ejemplo de cómo vivirlo nos dejó.

Enganchados en el camino de la obediencia

Un corazón dispuesto es lo que requiere Dios para ayudar al hombre a ser obediente.