Nuestra vida debe reflejar el carácter del Señor, y para ello Dios usa varias vías para ayudarnos a crecer. La obra del Espíritu Santo, la Palabra de Dios, las pruebas, las disciplinas, la iglesia, otros creyentes y más, son los medios por los cuales Dios va forjando el carácter de Su Hijo en cada creyente, pero es el creyente quien debe alinearse con la voluntad de Dios y desear alcanzarlo.
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Consideraciones antes de actuar
Nuestro mayor deseo al actuar como creyentes debe ser el buscar mi beneficio y el de otros, sin ser tropiezo o carga para los demás ni para mí mismo. Pero, sobre todo, debemos buscar que nuestro comportamiento traiga “gloria” a “Dios”, a quien adoramos y honramos con lo que hacemos en esta vida, y quien es digno de toda gloria.
Envanecimiento, el peligro del conocimiento
El principio del amor nos enseña que cada persona debe actuar en consideración al hermano, no mirando su propio bienestar, sino el de los demás (Ro. 14:15). Además, un conocimiento sincero y puro de Dios debe transformarnos a actuar con humildad, mirando con sencillez la debilidad de los demás y considerándolos como más valioso que uno (Fil. 2:3-5).
Restituyendo nuestra injusticia
Para lograr una verdadera reconstrucción de nuestras vidas, tenemos que mirar hacia aquellos que hicimos daño, pedir perdón y buscar una restitución apropiada a mal causado. Solo ahí podremos continuar con la reconstrucción apropiada de nuestra vida y nuestras relaciones con los demás.
Una posibilidad universal
Las posibilidades son altas cuando se trata de ser tentados. Entendiendo que el ser tentado y el pecar son dos conceptos distintos, un creyente humilde puede mirar su propia vulnerabilidad y actuar empáticamente ante alguien que haya pecado.
No permita los «estorbos» (VIDA DE ORACIÓN XII)
Nuestras relaciones influyen directamente en nuestra relación con Dios, incluyendo nuestras oraciones. Nuestras relaciones “horizontales” afectan directamente nuestra relación “vertical” con el Señor, y viceversa; para nuestro bien o para nuestro mal.
Pero si andamos en luz
“El pecado aleja al hombre de Dios y de su prójimo. Desbarata la vida y aumenta la confusión. En vez de paz, hay discordia; en vez de armonía, desorden; y en lugar de comunión, enemistad” (Kistemaker, S. J).
¿Cuáles son sus intereses?
Procuremos siempre que nuestro sincero interés esté basado primero en el bien de los otros antes que en el nuestro propio.
