Jesús nació en Belén, siendo hijo de David, cumplió la voluntad plena de Dios Padre. Celebramos navidad porque recordamos el nacimiento de Aquel que vino a la tierra, se hizo Hombre, y decidió cumplir con la buena voluntad de Dios que trajo favor al pecador.
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Jesús vino para ser escuchado
Jesucristo vino como Profeta con poder trayendo el mensaje de Dios, las buenas nuevas de liberación (Mt 11:5; Lc 4:16-21), y es a Él a quien todo hombre debe poner atención y creer.
Jesús trajo justificación y vida
Jesucristo tenía que nacer para cumplir la promesa hecha en Edén y así brindar justificación y vida eterna al hombre. Celebramos Su nacimiento, porque Su encarnación nos trajo perdón, justificación y vida eterna. La justificación y la vida eterna son un regalo que Dios otorga solamente a quién confía en Jesucristo como su Redentor (Ro 3:22-24).
Lágrimas para el cambio
Demos gracias por aquellos que nos exhortan para nuestro bien, aprendamos del carácter de Dios que nos redarguye, corrige e instruye para nuestro crecimiento. Pero oremos para que, tanto quienes exhortan como los que somos exhortados, hablemos y escuchemos con amor sincero, con ánimo pronto, con la verdad de la Palabra, y con el anhelo de un cambio pleno, y no con deseo de juzgar perversamente.
Regalo inmerecido
La salvación es un regalo inmerecido recibido por fe, otorgado por gracia divina, y no por obras o merecimiento humano (Ef 2:8, 9). Si hablamos de regalos en navidad, la salvación es el mejor regalo que un hombre puede anhelar, no lo obtiene porque ha hecho bien durante su vida, y lo otorga un Ser real, Dios, y nos lo da porque nos ama. Lo único que el hombre requiere para obtenerlo es creerlo, comprender que no lo merece, pedir perdón por su mal comportamiento, y solicitarlo con su corazón (Ro 10:9, 10).
Agradeciendo la liberación
debemos VIVIR eternamente agradecidos con Quien, en Su grande amor, nos libró de las “ataduras” del pecado y la condenación.
“Ni le dieron gracias…”
No permitamos que la ingratitud invada nuestro ser llevándonos a pecar contra Dios y a desconocer sus favores que son infinitos. Reconozcamos a Dios cada día, démosle gracias por cada favor que recibimos, y aún por las cosas que no nos ha dado, pues Él sabe bien qué hace y porqué lo hace.
Naturalización o ciudadanía “espiritual”
2 Corintios 5:14-18, 21 “Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos. De manera que nosotros de aquí en adelante a nadieSigue leyendo «Naturalización o ciudadanía “espiritual”»
